lunes, 30 de noviembre de 2009

Vía dolorosa



Mi cruz mide 6 cm. de longitud por unos 3 o 4 de profundidad. No está hecha de madera sino de carne, mis clavos no son de nueve pulgadas sino finos hilos azulados quirúrgicos. Caminar con mi herida de apendicitis no es fácil, duele. El camino que marco con ella a cuestas es una auténtica vía dolorosa.

Zombie (I)


¿Es un zombie todavía un humano? ¿Qué derechos pueden reivindicar los zombies en pro de su digno respeto por parte de las grandes multinacionales como Umbrella.


domingo, 20 de septiembre de 2009

Se hace lo que se puede

22

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Declinación del patán


El tipo de la buseta que te hace esperar media hora con la mano estirada con un manojo de monedas para que pueda meterle las diez velocidades a su destartalado aparato.

Corres en la estación del Transmilenio, rozas accidentalmente a una señora en tu frenética carrera para no perder el último bus y, casi alcanzando tu meta, escuchas un certero y malsano ¡Éste cabrón casi me hace caer!

Caminas tranquilo por la calle solitaria, nocturna, gélida, y divisas un bellaco en la lejanía, es un indigente; te ve solo y te pide una moneda con una cara de pocos amigos: te caes con la billetera.

Para ellos, una pequeña joya goliarda del libro Los intelectuales en la edad media de Jacques Le Goff. Declamado por el autor [de esta entrada].




N. ese villano
G. de ese rústico
D. para ese diablo [tferfero=Teufel]
A. a ese ladrón
V. ¡Oh, bandido!
A. Por ese saqueador
N. esos malditos
G. de esos miserables
D. para esos mentirosos
A. a esos golfos
V. ¡Oh, detestables!
A. por esos infieles


martes, 25 de agosto de 2009

¡No soy un Lego (en la materia)¡

viernes, 29 de mayo de 2009

De la degradación del pensamiento en el habla o el desacierto de la señorita Panamá


El Panorama Diario anunció «Verguenza: señorita Panamá asegura que "Confucio inventó la confusión"» (1); el diario en línea alemán Spiegel puso en sus titulares «"Konfuzius hat die Konfusion erfunden"» (2), en Perú se publicó: «Candidata a Miss Panamá dice que Confucio “inventó” la confusión» (3), Enrique 10056 afirma perturbado en Youtube: «Es el comentario de una persona ignorante , que ni siquiera sabe que el mas Grande Filosofo es Chino y no Japones , es una tarada intelectual» (4).



Giosue Cozzarelli, mejor conocida como una candidata a Señorita Panamá, fue pasto de la crítica gracias a su bochornosa presentación en Miss Bella 2009. Un desatino mundialmente comentado. Un error que cualquiera podría cometer bajo estrés y presiones extremas: competiciones, exposiciones o certámenes de belleza. No es la primera vez que un humano se confunde, olvida su discurso y cae en pánico. Desde deportistas de alto rendimiento pasando por estadistas, incluso jóvenes eruditos son traicionados por el logos.


Algunos aseguran que un error de tal tamaño no puede ser posible. Sólo una persona con 2 dedos de frente podría cometer tal calamidad. Yo opto por creer que tal metida de pata fue el producto de una tensión psicológica que tuvo como repercusión un discurso incoherente. Pero tal incoherencia no es una prueba de ignorancia, mucho menos de estupidez, quizá de sólo nervios.


Heinrich von Kleist, un suicida postromántico, afirmaba que hasta una persona altamente preparada podría dar signos de ignorancia frente a un tema que dominase casi hasta la barbarie erudita. ¿Cómo es posible aquello? Simple, quitándole la oportunidad de preparar sus conocimientos o, remitiéndonos a van Dijk, arrebatarle al hablante el contexto, aquella interfaz psicológica y cognitiva que nos permite conocer implícitamente el tema, los participantes, la acción global, las intenciones comunicativas del interlocutor etc., antes de elaborar una estructura discursiva (entonación, léxico, estructuras sintácticas y retóricas, el formato global, etc.).


Crear una estructura discursiva siempre será mucho más sencillo si uno ya está en conversación; si se habla por primera vez será mucho más complicado. De ahí que iniciar un tema, hablar frente a un público o emitir una simple opinión en un grupo tendrán una dificultad extra; pues en estos casos no gozamos de ese impulso al intelecto que concede un coloquio. Distinto, no obstante, se torna el asunto si el hablante ya ha meditado y preparado sus conocimientos. Sabe lo que va a decir, pero no cómo lo va a decir. Aquella transición del pensamiento a su enunciación puede ser dolorosa e infeliz.


Probablemente fue este el caso de Cozzarelli, pues la Señorita Panamá estaba estresada, nerviosa: es lo que normalmente sucede en una competencia. Altamente preparada para el certámen, el factor psicológico es clave. En el famoso video podemos comprobarlo. Es necesario revisarlo y considerar algunos detalles que la crítica vulgar ha olvidado.


En el video estándar de 25 segundos, la susodicha lee un papel con el reto intelectual a superar. «Completar la siguiente máxima de Confucio: leer sin meditar es una ocupación inútil». La tarea como tal parece un examen oral realizado a un bachiller medieval [«Di, buen cristiano, hazte patente: ¿qué es la fé?» Le dice San Pedro a Dante en Paraíso XXIV de la Divina Comedia].


Hay tres consideraciones que merecen ser atendidas. Primero, ella lee en voz alta y poco a poco se le va la voz; hay una pequeña interrupción en la oración. En el segundo 6 se acerca bruscamente al micrófono y repite con ímpetu «ocupación». La falta de dominio del micrófono es un indicio de nerviosismo. El siguiente detalle es evidente: se adelanta e interrumpe a la presentadora quién la autoriza a hablar con un muy bien modulado «adelante». Sin duda, la presión sicológica reinaba dentro de ella.


El tercer detalle es, en mi opinión, crucial porque determinó la malograda respuesta de la candidata: en la pregunta se usa el verbo completar, el cual significa, según María Moliner, "hacer una cosa completa", "tener una cosa o una persona cualidades complementarias de las de otra" y en su forma pronominal "quedar completo". La RAE lo define como "darle término a algo", "concluir algo" o "llevarlo a su final". Este verbo es incorrecto y, a pesar de que en diccionario de la península incluya como definición "concluir algo", no es común en las Neoindias tal uso. Entonces, ¿aquí a qué se le pretende añadir información o "perfeccionar en su clase"? El proverbio confuciano confundió. La pregunta está mal formulada. Quien estuvo detrás de esa oración fue un patán que ridiculizó a esta bella mujer. Pudo haber utilizado «interprete usted la siguiente máxima...» o «¿por qué leer sin meditar es una ocupación inútil, según...?»


Tenemos, por tanto, una causa prima, una formulación equivocada que corre en contra de la Señorita combinada a un gran nerviosismo. Ahora, en el momento previo a la oración que la catapultaría a la fama, comete un error garrafal: no responde lo que se le ha preguntado. Inicia definiendo a Confucio [él fue], no "completando" la pregunta. ¡Elección sensata y hasta sabia porque sencillamente no sabía qué decir! ¡Una pregunta estúpida no merece respuesta! Pero es una competencia y algo tiene que ser dicho. En efecto, fue [la pregunta sobre] Confucio el que inventó la confusión.


Confundida por un interrogante envenenado y alterada por la competencia Giosue aún tuvo valor para enfrentarse contra todas las posibilidades. «Confucio fue el que inventó la confusión y por eso... Su discurso se derrumba irremediablemente. Realiza una asociación mental en cierto modo poética pero incompleta: de Confucio a la confusión sólo hay una n de distancia*, es filósofo, chino y muy antiguo. Puestos de esta manera los cuatros atributos, sería posible y muy común encontrar a personas que estuviesen de acuerdo con ellos. Luego, añade una preposición de valor causal por. Sin contexto, sin tiempo para preparar sus conocimientos previos, frente a una pregunta mal formulada y un intento vano de definición no encuentra la relación lógica causal porque no sabe. Pero que no sepa no significa que sea tonta. Es cierto, falló en una operación lógica; pero toda operación mental necesita insumos, Stoff. Y ella no los tenía.


¿Qué pasó entonces? Se detuvo, un motor sin gasolina no avanza. Cambió de tema. «De lo más antiguo, chino, japonés, que fue de lo más antiguo» Entró en combustión, tuvo que quemar el aceite de motor que le restaba a falta de gasolina, es decir, las palabras clave que muy probablemente asoció a este nombre: chinos y japoneses [orientales] de otra época [muy antiguo, viejo].


Que fuese candidata a un concurso de belleza, dónde los mejores ejemplares de su nación compiten por un título de nobleza estética expuestas a las luces y enfocadas por los gélidos lentes de las cámaras en un evento mediático pulcramente orquestado, no denigra su inteligencia. Ella, en su acto fallido de habla finaliza (segundo 22), gira su cabeza y con un gesto de profunda cólera pero también de melancolía abandona el escenario. El espectáculo ha finalizado, una princesa ha sido desacreditada y un asno rie.


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(1) Agencias, «Verguenza: señorita Panamá asegura que “Confucio inventó la confusión”» , Panorama Diario Edición Digital [Periódico en línea]. República Dominicana, 8 de mayo de 2009. (Consultado el 20 de agosto de 2009).


(2) Ala, «"Konfuzius hat die Konfusion erfunden"», Spiegel-Online [Periódico en línea]. 13 de mayo de 2009. (Consultado el 20 de agosto de 2009).


(3) ----, «Candidata a Miss Panamá dice que Confucio “inventó” la confusión», Perú21.pe [Periódico en línea]. Prensa Popular, 6 de mayo de 2009 (Consultado el 20 de agosto de 2009).

(4) Reproduzco literalmente la entrada de este personaje en Youtube.



*No faltará el astuto que apunte genialmente que, en efecto, hay también una c de diferencia. Obviamente me refiero a la pronunciación o al plano fónico de la lengua.

Niños

«Quien no arriesga un huevo, no gana un guámbito»

Anónimo

jueves, 7 de mayo de 2009

Existencialismo pornográfico



"Es el espacio perfecto para una actriz existencialista como yo"

Dijo la superactríz estadounidense porno Sasha Grey acerca del cine europeo, del que se declara una amante total. Valiente juicio de una actriz de tamaño calibre. Pero si Rimbaud fue un consumado sodomita y empedirnado traficante de armas, uno puede esperar cualquier cosa de colosal artista.

Lo gracioso de la pornografía es que uno nunca puede criticarlo hasta después del pajazo. De otro modo estaría uno emitiendo falsos juicios sobreestimulados por la fuerte exitación. Probablemente uno como hombre podrá difícilmente analizar una película tal. El instinto es omnipresente, domina.

Sin duda, tras la autosatisfacción masculina me llegan las preguntas triviales a la cabeza: ¿qué pensará una actríz en el acto [1, 2, 3 o 4]? ¿Y qué tan emocionante será ser un camarógrafo de una producción californiana? ¿A qué sabrá el sexo trivial? ¿Qué tan agotador y doloroso es uno o varios días de sexo escénico? ¿Cómo miran a los ojos de sus parejas los «actores»? Tales preguntas me invaden y hacen parte de ese morbo personal que me invade y que también me obliga a ver detalles desdeñosos y ridículos: el cómo fue ejectuado Sadam Hussein, la muerte de inocentes o, incluso, cómo reaccionan unos soldados israelíes al ser atacados por un francotirador en algún lugar de la Franja de Gaza.

La pornografía satisface, sin duda, de manera brutal los sentidos. El corazón palpita aceleradamente, la temperatura corporal aumenta y una sensación de paulatina satisfacción crece sin parar.

El clímax llega y Onás se despide.



Cromos.com.co (5 de mayo de 2009). La perversa atracción de Sasha Grey. [artículo en línea]. Bogotá? Consultado el 29 de mayo de 2009 en: http://www.cromos.com.co/articulo-la-perversa-atraccion-de-sasha-grey

miércoles, 6 de mayo de 2009

Peripecias

Probablemente la pedagogía de lenguas mata el alma y el espíritu. Estoy mamado de las babosadas para exponer un simple tema; de las acrobacias lingüísticas y extralingüísticas para presentar un tema ocultando la ignorancia propia. Los chistes de amigos, las bromas entre compañeros llevadas a la formalidad y cotidianidad académica. La academia apesta. Estudiar lenguas en Colombia es una cruz que me fastidia.

Fox

—De modo que el puente está quebrado.

Dijo el Viejo Zorro.

—¿y con qué lo curaremos?

Respondí inesperadamente.

El viejo me lanzó una mirada fulminante. Era todo lo que bastaba para callarme. Efectivamente, la guerrilla había tomado el viejo puente sobre el río Guacavía. Una larga serpiente de automotores se extendía sobre él, ascendía la ligera colina a los pies de aquel y, supongo, se arrastraría unos dos o tres kilómetros en la extensa llanura del piedemonte. El sol canicular elevaba la temperatura en la cabina, el pegachento e incómodo calor húmedo nos obligó a salir del carro. Era ahora momento de esperar. Cualquier cosa podía pasar: que nos dieran paso, que llegara el ejército o simplemente esperar hasta que algo extraordinario alterara la mecánica calma de la sabana. Que el retén llegara pronto a su fín era probable, seguramente habría un par de incendios —inducidos, claro—, disparos a lo lejos y vía libre; que llegasen las autoridades a "solucionar" el asunto, no se nos pasaba por la cabezota. Una balacera en plena carretera habría sido un horror para todos allí.

Poco a poco nos lleguó el rumor, la inquietud nos asaltó, ¿podría ser?, no lo creo. Pero sí, sí lo fue. Paulatinamente fueron llegando los trozos de carne asada y de gaseosa enlatada. Los insurgentes habían vacíado un gran camión de bebidas y sacrificado reses de las fincas vecinas, y repartido a toda la caravana. ¿Con qué fin? Para el hambre y remediar parcialmente la larga espera.

—¿Y ahora qué hacemos? Pregunté.

—Desde que haya comida, no hay problema. Contestó el Viejo Zorro.

Tal vez aparte del riesgo de no llegar a la hora programada, nada más le preocupaba al Viejo. Habíamos llevado arrroz con pollo, papas fritas y mucha más gaseosa desde Villavo para el viaje de unas 6 horas hasta Yopal. El azar y un diáfano día nos habían hecho una bonita jugada. Esperábamos bajo las ceibas y los altos árboles de las orillas. El negro y sucio río fluía sonoramente. Dicen que, aparte de algunas bonitas playas, es muy peligroso nadar en él. Entre mis tías cunden las historias de ahogados atrapados por los remolinos invisibles en la superficie; gente que sin importar cuánto nade, no son capaces de salir por una bocanada de aire, gente arrastrada a las vísceras del río, tragada con huesos y piel.

El Viejo Zorro, o bien mi padre, quizá empezó a desesperarse a lo largo del día; comenzó con un andar de aquí pa'llá, luego, con una preocupación visible, y, por último, con un malgenio que nadie lo soportaba. Cansado, y viendo sus planes frustrados de llegar a la capital del Casanare antes del anochecer, decidió volver a Villavo en la tarde. En la noche, vimos pasmados en el noticiero las borrosas imágenes de c0mbates y enfrentamientos. En un paisaje lunar muchos hombres de verde con sus ruidosas armas desangraban al enemigo y un muchacho de 16 años era mostrado al mismo tiempo como presa de caza y un botón de los desmanes de los rebeldes con los menores. El ejército finalmente llegó al viejo puente sobre el río Guacavía y había desalojado a la guerrilla de las posiciones circundantes donde se encontraban, es decir, donde nos encontrábamos.

¿Destino? ¿Milagro? ¿Casualidad? Tales pensamientos no le preocupaban al astuto Zorro. Desde que tengo memoria, siempre ha comerciado, siempre ha estado rodeado de autos, maderas de olor penetrante y chucherías con muchas letras en inglés, siempre ha hablado con mucha gente, siempre negocea, busca aquí, acullá; carga su camioneta con muchos más muebles y viaja a muchas partes. La gente lo escucha con ganas y él los sorprende. No sólo sabe negocear, también sabe encantar. Es un encantador de serpientes: todos los que lo rodean no son más altos que él, él lleva las riendas de la conversación, dirige, manda; todos le preguntan y él sabe la respuesta o conoce al cliente. Sus amigos no son personas, son reptiles, seres bajos y despreciables. Como aquel abogado que siempre le hablaba en voz baja y mirando a todos lados o la señora esa que me cogía los cachetes y siempre andaba con una capa gruesa de maquillaje. Recuerdo al tipo que vendía en un apretujado local de acetatos, siempre me escuchaba, me hacía reír, siempre, incluso el día que, bajando de Bogotá, llevó el carro directo contra un bolardo de esos que usan para los carros sin frenos...

Negocea y seduce, vende y ama. Lo que sucedió ese día fue una peripecia más de su accidentada vida.

martes, 5 de mayo de 2009

Mancusito

«Nosotros no financiamos candidatos. Sólo le enseñamos a la población a elegir bien a sus representantes»

Salvatore Mancuso, líder de las Autodefensas Unidas de Colombia [AUC]

lunes, 4 de mayo de 2009

Proemio al lector


contusión.

(Del lat. contusĭo, -ōnis).

1. f. Daño que recibe alguna parte del cuerpo por golpe que no causa herida exterior.


severo, ra.

(Del lat. sevērus).

1. adj. Riguroso, áspero, duro en el trato o castigo.

2. adj. Exacto y rígido en la observancia de una ley, precepto o regla.

3. adj. Dicho de una estación del año: Que tiene temperaturas extremas. El invierno ha sido severo.




Enfermo, apasionado, mordaz es su misión; encantador, analítico, y frívolo su visión; Contusión severa es un intento de desarrollar lo que no pude desarrollar en Facebook: un espacio personal de opinión y construcción de intuiciones coherentes; un lugar donde haya algo más que hacer que mirar fotos de desconocidos y resolver sinceros cuestionarios que insultan la inteligencia del usuario.

Esta severa contusión se ha fraguado desde hace unos dos meses. Había oído insistentemente en los sogenannten Blogs o Webblogs e incluso visto un par de ellos, que no pasaban de ser unos sitios de variopintos y muy coloridos tamices, y pueriles comentarios; no había descubierto, eso sí, sus creativas, muy bien elaboradas e intersantísmas aplicaciones para el incomunicado y deprimido pseudointelectual. He de agradecer al blog Error de Sintaxis, ya que este es el modelo que me ha inspirado para hacer sangrar esta hemorragia que he abierto.

Lo que Usted, apreciado lector, leerá en este humilde blog abarcará —con éxito, confiando— aquellos temas que me han dado ideas, opiniones, disputas y hasta ligeros enemigos: Filología, Paramilitarismo, Diseño Gráfico, Armamentismo, Literatura y otros asuntos misceláneos que ahora mi memoria me niega, pero también comentarios simples y sencillos de la cotidianidad. Con un rampante optimismo y una firme constancia esperaré inundarlo todo de atractivos y agudos aportes. Naturalmente, el espacio para una discusión será bienvenido así como la eterna e inevitable corrección gramatical.

Contusión Severa busca un equilibrio, el equilibrio del pensamiento y del sentido común. Quién se sienta ofendido por las intervenciones publicadas en este espacio tiene dos posibilidades: escribe o se va; un pseudointelectual también peca de pensamiento, palabra, obra u omisión. Los caminos del balance y el sopesamiento son arduos, y esto pretende este espacio.

¡Pues bien! He dicho, Bienvenidos a este espacio, espero sea de su desagrado y, como diría el teatrero, ¡rómpanse una pierna!


El Autor