lunes, 18 de octubre de 2010

Futurismo selvático


«Queremos glorificar la guerra –única higiene del mundo– el militarismo, el patriotismo, el gesto destructor de los libertarios, las bellas ideas por las cuales se muere y el desprecio de la mujer»

Noveno punto del manifiesto futurista

Esta cita anuncia a todo pulmón mis intenciones futuristas. Desde no hace mucho tiempo tengo una idea en la cabezota: ¡Es necesario un grupo de artistas ultramilitaristas que lleven el sentimiento nacionalista al extremo! Necesitamos un futurismo selvático que, con exasperación toquen las fibras más profundas de la indiferencia de este «Republiqueta de tres pesos» (Dreigroschenrepublik).

Así como Marinetti, el italiano, estuvo en los alrededores de Stalingrado, quizá necesitemos que más de un artista se interne en la selva, luche hombro a hombro con «nuestros héroes», pongan explosivos, hagan traquetear como debe ser las ametralladoras, los fusiles y los complejos y bellos artilugios del apocalípsis, hagan mover las más burdas naturalezas indiferentes con el más burdo encuentro con la realidad. Este país se dejó convencer con el discurso castrense de la Seguridad Democrática, es hora de que el arte, que aparentemente repudia la guerra con sus asquerosas muestras pacíficas se ensucie las manos con la sangre y el aceite de la motosierra.

¡Yo hago un llamado a estos santos hombres, quienes operan en el silencio, sueñan con la rugir de los motores, deliran con el placer del movimiento (¡Oh, sacrosanto movimiento, madre de la Victoria!) y viven al borde del llamear diabólico de las armas a jugar, a jugar en nombre de nuestro futurismo selvático!

Fin de la transmisión