viernes, 29 de mayo de 2009

De la degradación del pensamiento en el habla o el desacierto de la señorita Panamá


El Panorama Diario anunció «Verguenza: señorita Panamá asegura que "Confucio inventó la confusión"» (1); el diario en línea alemán Spiegel puso en sus titulares «"Konfuzius hat die Konfusion erfunden"» (2), en Perú se publicó: «Candidata a Miss Panamá dice que Confucio “inventó” la confusión» (3), Enrique 10056 afirma perturbado en Youtube: «Es el comentario de una persona ignorante , que ni siquiera sabe que el mas Grande Filosofo es Chino y no Japones , es una tarada intelectual» (4).



Giosue Cozzarelli, mejor conocida como una candidata a Señorita Panamá, fue pasto de la crítica gracias a su bochornosa presentación en Miss Bella 2009. Un desatino mundialmente comentado. Un error que cualquiera podría cometer bajo estrés y presiones extremas: competiciones, exposiciones o certámenes de belleza. No es la primera vez que un humano se confunde, olvida su discurso y cae en pánico. Desde deportistas de alto rendimiento pasando por estadistas, incluso jóvenes eruditos son traicionados por el logos.


Algunos aseguran que un error de tal tamaño no puede ser posible. Sólo una persona con 2 dedos de frente podría cometer tal calamidad. Yo opto por creer que tal metida de pata fue el producto de una tensión psicológica que tuvo como repercusión un discurso incoherente. Pero tal incoherencia no es una prueba de ignorancia, mucho menos de estupidez, quizá de sólo nervios.


Heinrich von Kleist, un suicida postromántico, afirmaba que hasta una persona altamente preparada podría dar signos de ignorancia frente a un tema que dominase casi hasta la barbarie erudita. ¿Cómo es posible aquello? Simple, quitándole la oportunidad de preparar sus conocimientos o, remitiéndonos a van Dijk, arrebatarle al hablante el contexto, aquella interfaz psicológica y cognitiva que nos permite conocer implícitamente el tema, los participantes, la acción global, las intenciones comunicativas del interlocutor etc., antes de elaborar una estructura discursiva (entonación, léxico, estructuras sintácticas y retóricas, el formato global, etc.).


Crear una estructura discursiva siempre será mucho más sencillo si uno ya está en conversación; si se habla por primera vez será mucho más complicado. De ahí que iniciar un tema, hablar frente a un público o emitir una simple opinión en un grupo tendrán una dificultad extra; pues en estos casos no gozamos de ese impulso al intelecto que concede un coloquio. Distinto, no obstante, se torna el asunto si el hablante ya ha meditado y preparado sus conocimientos. Sabe lo que va a decir, pero no cómo lo va a decir. Aquella transición del pensamiento a su enunciación puede ser dolorosa e infeliz.


Probablemente fue este el caso de Cozzarelli, pues la Señorita Panamá estaba estresada, nerviosa: es lo que normalmente sucede en una competencia. Altamente preparada para el certámen, el factor psicológico es clave. En el famoso video podemos comprobarlo. Es necesario revisarlo y considerar algunos detalles que la crítica vulgar ha olvidado.


En el video estándar de 25 segundos, la susodicha lee un papel con el reto intelectual a superar. «Completar la siguiente máxima de Confucio: leer sin meditar es una ocupación inútil». La tarea como tal parece un examen oral realizado a un bachiller medieval [«Di, buen cristiano, hazte patente: ¿qué es la fé?» Le dice San Pedro a Dante en Paraíso XXIV de la Divina Comedia].


Hay tres consideraciones que merecen ser atendidas. Primero, ella lee en voz alta y poco a poco se le va la voz; hay una pequeña interrupción en la oración. En el segundo 6 se acerca bruscamente al micrófono y repite con ímpetu «ocupación». La falta de dominio del micrófono es un indicio de nerviosismo. El siguiente detalle es evidente: se adelanta e interrumpe a la presentadora quién la autoriza a hablar con un muy bien modulado «adelante». Sin duda, la presión sicológica reinaba dentro de ella.


El tercer detalle es, en mi opinión, crucial porque determinó la malograda respuesta de la candidata: en la pregunta se usa el verbo completar, el cual significa, según María Moliner, "hacer una cosa completa", "tener una cosa o una persona cualidades complementarias de las de otra" y en su forma pronominal "quedar completo". La RAE lo define como "darle término a algo", "concluir algo" o "llevarlo a su final". Este verbo es incorrecto y, a pesar de que en diccionario de la península incluya como definición "concluir algo", no es común en las Neoindias tal uso. Entonces, ¿aquí a qué se le pretende añadir información o "perfeccionar en su clase"? El proverbio confuciano confundió. La pregunta está mal formulada. Quien estuvo detrás de esa oración fue un patán que ridiculizó a esta bella mujer. Pudo haber utilizado «interprete usted la siguiente máxima...» o «¿por qué leer sin meditar es una ocupación inútil, según...?»


Tenemos, por tanto, una causa prima, una formulación equivocada que corre en contra de la Señorita combinada a un gran nerviosismo. Ahora, en el momento previo a la oración que la catapultaría a la fama, comete un error garrafal: no responde lo que se le ha preguntado. Inicia definiendo a Confucio [él fue], no "completando" la pregunta. ¡Elección sensata y hasta sabia porque sencillamente no sabía qué decir! ¡Una pregunta estúpida no merece respuesta! Pero es una competencia y algo tiene que ser dicho. En efecto, fue [la pregunta sobre] Confucio el que inventó la confusión.


Confundida por un interrogante envenenado y alterada por la competencia Giosue aún tuvo valor para enfrentarse contra todas las posibilidades. «Confucio fue el que inventó la confusión y por eso... Su discurso se derrumba irremediablemente. Realiza una asociación mental en cierto modo poética pero incompleta: de Confucio a la confusión sólo hay una n de distancia*, es filósofo, chino y muy antiguo. Puestos de esta manera los cuatros atributos, sería posible y muy común encontrar a personas que estuviesen de acuerdo con ellos. Luego, añade una preposición de valor causal por. Sin contexto, sin tiempo para preparar sus conocimientos previos, frente a una pregunta mal formulada y un intento vano de definición no encuentra la relación lógica causal porque no sabe. Pero que no sepa no significa que sea tonta. Es cierto, falló en una operación lógica; pero toda operación mental necesita insumos, Stoff. Y ella no los tenía.


¿Qué pasó entonces? Se detuvo, un motor sin gasolina no avanza. Cambió de tema. «De lo más antiguo, chino, japonés, que fue de lo más antiguo» Entró en combustión, tuvo que quemar el aceite de motor que le restaba a falta de gasolina, es decir, las palabras clave que muy probablemente asoció a este nombre: chinos y japoneses [orientales] de otra época [muy antiguo, viejo].


Que fuese candidata a un concurso de belleza, dónde los mejores ejemplares de su nación compiten por un título de nobleza estética expuestas a las luces y enfocadas por los gélidos lentes de las cámaras en un evento mediático pulcramente orquestado, no denigra su inteligencia. Ella, en su acto fallido de habla finaliza (segundo 22), gira su cabeza y con un gesto de profunda cólera pero también de melancolía abandona el escenario. El espectáculo ha finalizado, una princesa ha sido desacreditada y un asno rie.


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(1) Agencias, «Verguenza: señorita Panamá asegura que “Confucio inventó la confusión”» , Panorama Diario Edición Digital [Periódico en línea]. República Dominicana, 8 de mayo de 2009. (Consultado el 20 de agosto de 2009).


(2) Ala, «"Konfuzius hat die Konfusion erfunden"», Spiegel-Online [Periódico en línea]. 13 de mayo de 2009. (Consultado el 20 de agosto de 2009).


(3) ----, «Candidata a Miss Panamá dice que Confucio “inventó” la confusión», Perú21.pe [Periódico en línea]. Prensa Popular, 6 de mayo de 2009 (Consultado el 20 de agosto de 2009).

(4) Reproduzco literalmente la entrada de este personaje en Youtube.



*No faltará el astuto que apunte genialmente que, en efecto, hay también una c de diferencia. Obviamente me refiero a la pronunciación o al plano fónico de la lengua.

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